
Palma, jueves 13 de marzo de 2025
Simbiosis perfecta de piano y baile
IV Festival Paco de Lucía
El Yiyo (bailaor) y Andrés Barrios (piano). Con José del Calli (cantaor) y Juan Amaya Amador (percusión).
Por Fátima Yráyzoz
José Luis Luna (ver galería)
Que la música flamenca no tiene fronteras y está continuamente adentrándose por nuevos sonidos es más que palpable en el denominado «nuevo flamenco». En esta ocasión, de la mano del Festival Paco de Lucía, se estrenaba en el Trui Teatre de Palma un original espectáculo liderado por la pareja formada entre el pianista Andrés Barrios junto al bailaor El Yiyo. Piano y baile en una simbiosis perfecta, acompañados por la potente voz al cante del cordobés José Plantón Heredia, conocido artísticamente como José del Calli, acompañante habitual de artistas tan reconocidos como Pansequito, Montse Cortés o Vicente Amigo, entre otros. Cerraba el cuadro la percusión del cajón y yembé de Juan Amaya Amador.
Con un solo de piano de Barrios daba comienzo la música en escena. Sus raíces andaluzas no le faltan: natural de la localidad sevillana de Utrera, su formación clásica de conservatorio no le ha impedido ir más allá y transportar los palos clásicos hacia nuevas dimensiones que conectan con sonidos más jazzísticos, como la minera con la que arrancó. En otras ocasiones interpretó melodías latinas y otros géneros. En definitiva, unas variantes acertadas que le hacen conseguir un estilo o pellizco personal. Como detalle, a la hora de enfrentarse al piano no solo tocaba las teclas, sino que se adentraba en sacar más gamas de sonido de las cuerdas de la caja de resonancia.
Por su parte, con potente sonido de palillos y caminar regio salió a escena Miguel Fernández, conocido en los tablaos flamencos como El Yiyo. El bailaor, natural de Badalona, viene de un linaje de familia gitana de Jaén. En su imagen, melena larga mojada, costumbre habitual en muchos bailaores, que no dudó en lucir a la hora de bailar. Aunque desde sus primeros pasos quiso marcar la jondura y tablas que le avalan.
A semejanza de su compañero Barrios, también supo traspasar sus movimientos a otras fronteras. Por momentos se lucía marcando posturas estáticas, que le servían además de lucimiento, para posteriormente arrancar con lo que más domina, el taconeo de pies. Completaba marcando el compás por todo su cuerpo, con patada final, mirada seductora y amplia sonrisa, como los maestros del toro que brindan a sus fieles. Porque el compás es «eso que te hace moverte, sentir, desplazarte y entender a tus propios compañeros para que entre todos intentemos hacer algo». Así lo manifestaba el bailaor jerezano Antonio El Pipa. Y fue sin duda lo que más unió a todos los miembros de este cuadro: compás, mucho compás, reflejado también de manera extraordinaria a las palmas, al unísono y en ocasiones a velocidades de vértigo, el cuarteto formado por Barrios, El Yiyo, el Calli y José.
Comenzaba la segunda parte, y el bailaor sevillano cambió de vestuario a un sobrio traje corto adornado con las chorreras de una camisa blanca. La estética realzaba algunos de sus movimientos, en ocasiones más cercanos a la danza española, que hacían recordar a grandes maestros clásicos tan geniales como Antonio el Bailarín o más contemporáneo, como Antonio Gades. Y es que El Yiyo, a su estilo, bailó casi de todo: soleá, seguiriyas, farrucas, etc. Finalmente, como suele ser habitual de las fiestas flamencas, las bulerías sirvieron para cerrar el espectáculo. A pesar de que en esta ocasión no se llenó el aforo, en la hora y media que duró el recital logró conectar con los asistentes con pasión, quienes con gran entusiasmo supieron agradecer con grandes ovaciones y, también, siguiendo el compás.
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